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Dios sabía que la gente lucharía dos grandes enemigos: el orgullo y
el egoísmo. Él trató con el orgullo de la humanidad en Babel
(Génesis 11:1-9), y en Génesis 14 con su egoísmo.
Abraham fue el primer hombre registrado en las Escrituras que dio
sus diezmos, aunque Abel ya ofrecía al Señor "las mejores partes de
algunos de los corderos que eran primeras crías de su rebaño."
(Génesis 4:4). La adoración de Abraham a Dios con el diez por ciento
de sus ingresos demuestra que él reconoció su responsabilidad
financiera ante Dios y sabía que Dios, a su vez, se haría cargo de
sus necesidades. Al negarse a la recompensa del rey de Sodoma
(Génesis 14:21-23), Abraham rechazó el sistema del mundo. Dios se
convirtió en su recompensa (su sueldo, salario y compensación), y a
la vez, recompensó a Abraham con algo que el dinero no puede
comprar: ¡un niño!
El diezmo fue una señal del pacto de Abraham con Dios. Dios
correspondió y comprometió todos sus activos a Abraham, hasta la
cuarta generación (Génesis 15:14-16). Abraham ejemplifica un
espíritu desinteresado también al darle a Lot la primera elección de
dónde vivir. El resultado final fue que Abraham se benefició mucho
más que Lot porque obedeció el principio del sacrificio
desinteresado por los demás (Génesis 13).
¿Querés ser bendecido? ¡Convertite en diezmador!
5 días pasaron... restan 360 para cumplir el propósito de Dios
en tu vida.
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