Un llamado al arrepentimiento
1«Vengan,
volvámonos al Señor.
Él nos despedazó,
pero ahora nos sanará.
Nos hirió,
pero ahora vendará nuestras heridas.
2Dentro
de poco tiempo él nos restaurará,
para que podamos vivir en su presencia.
3¡Oh,
si conociéramos al Señor!
Esforcémonos por conocerlo.
Él nos responderá, tan cierto como viene el amanecer
o llegan las lluvias a comienzos de la primavera».
4«Oh
Israel y
Judá,
¿qué debo hacer con ustedes? —pregunta el Señor—.
Pues su amor se desvanece como la niebla de la mañana
y desaparece como el rocío a la luz del sol.
5Envié
mis profetas para destrozarlos,
para aniquilarlos con mis palabras;
con juicios tan inevitables como la luz.
6Quiero
que demuestren amor,
no que ofrezcan sacrificios.
Más que ofrendas quemadas,
quiero que me conozcan.
7Pero
igual que Adán, ustedes
rompieron mi pacto
y traicionaron mi confianza.
8»Galaad
es una ciudad de pecadores,
marcada con huellas de sangre.
9Los
sacerdotes forman bandas de asaltantes
que esperan para emboscar a sus víctimas.
Asesinan a los viajeros en el camino a Siquem
y cometen toda clase de pecados.
10Sí,
he visto cosas horribles en Efraín e Israel:
¡Mi pueblo se ha contaminado por prostituirse con otros dioses!
11»Oh
Judá, también a ti te espera una cosecha de castigo,
a pesar de que yo deseaba volver el bienestar de mi pueblo.
Oseas 7
Israel ama la perversidad
1»Yo
quiero sanar a Israel, pero
sus pecados son demasiado grandes.
Samaria está llena de mentirosos.
¡Hay ladrones adentro
y bandidos afuera!
2La
gente no se da cuenta
de que los estoy mirando.
Están cercados por sus acciones pecaminosas
y yo las veo todas.
3»El
pueblo entretiene al rey con sus perversidades
y los príncipes se ríen de todas las mentiras del pueblo.
4Son
todos adúlteros,
siempre ardiendo con pasión.
Son como un horno que se mantiene caliente
mientras el panadero prepara la masa.
5Durante
una fiesta del rey, los príncipes se emborrachan con vino,
y se entregan a la juerga con los que se burlan de ellos.
6Sus
corazones son como un horno
recalentado con intriga.
Sus maquinaciones humean durante
la noche
y por la mañana estallan en un incendio violento.
7Como
un horno ardiente,
consumen a sus líderes.
Matan a sus reyes uno tras otro,
y nadie clama a mí en busca de ayuda.
8»El
pueblo de Israel se mezcla con paganos de otras naciones,
¡y se vuelven tan inútiles como un pastel a medio cocer!
9El
rendir culto a dioses ajenos consume sus fuerzas,
pero ellos ni cuenta se dan.
Su cabello se ha encanecido
pero no se dan cuenta de que están viejos y débiles.
10Su
arrogancia testifica en su contra,
sin embargo, no se vuelven al Señor su
Dios,
ni siquiera tratan de encontrarlo.
11»El
pueblo de Israel se ha vuelto como palomas, necias y tontas;
primero clama a Egipto en busca de ayuda y luego vuela a Asiria.
12Pero
mientras revolotean,
arrojaré mi red sobre ellos
y los derribaré como a un pájaro que cae del cielo.
Los castigaré por todo el mal que hacen.
13»¡Qué
aflicción les espera a los que me han abandonado!
Déjenlos morir porque se han rebelado contra mí.
Yo deseaba redimirlos
pero han dicho mentiras de mí.
14En
lugar de invocarme con corazón sincero
se quedan sentados en sus sillones y se lamentan.
Se hacen cortaduras en el cuerpo y
suplican grano y vino nuevo a dioses ajenos
y se alejan de mí.
15Yo
los entrené y los hice fuertes,
pero ahora, traman maldades en mi contra.
16Miran
en todas partes menos al Altísimo.
Son tan inútiles como un arco torcido.
Sus líderes morirán a manos de sus enemigos
a causa de su insolencia hacia mí.
Entonces el pueblo de Egipto
se reirá de ellos.
Oseas 8
Israel cosecha un torbellino
1»¡Toquen
alarma!
El enemigo desciende como un águila sobre el pueblo del Señor,
porque rompieron mi pacto
y se rebelaron contra mi ley.
2Ahora
Israel me suplica:
“¡Ayúdanos, porque tú eres nuestro Dios!”.
3Pero
es demasiado tarde.
Los israelitas rechazaron lo bueno,
y ahora sus enemigos los perseguirán.
4El
pueblo de Israel nombró reyes sin mi consentimiento
y príncipes sin mi aprobación.
Fabricaron ídolos de plata y oro para sí mismos
y así provocaron su propia destrucción.
5»Oh
Samaria, yo rechazo este becerro,
este ídolo que te has hecho.
Mi furia arde contra ti.
¿Hasta cuándo serás incapaz de estar sin culpa?
6Este
becerro que adoras, oh Israel,
¡lo hiciste con tus propias manos!
¡No es Dios!
Por lo tanto, debe ser hecho pedazos.
7»Sembraron
vientos
y cosecharán torbellinos.
Los tallos de grano se marchitan
y no producen nada para comer.
Y aun si hubiera grano,
lo comerían los extranjeros.
8El
pueblo de Israel ha sido tragado;
ahora está tirado en medio de las naciones como una olla vieja y descartada.
9Como
asno salvaje en celo,
los israelitas se
han ido a Asiria.
Se vendieron
y se entregaron a muchos amantes.
10Pero
aunque se han vendido a muchos aliados,
ahora los reuniré para el juicio.
Entonces se retorcerán
bajo la opresión del gran rey.
11»¡Israel
construyó muchos altares para quitar el pecado,
pero estos mismos altares se convirtieron en lugares para pecar!
12A
pesar de que les di todas mis leyes,
actúan como si esas leyes no se aplicaran a ellos.
13El
pueblo de Israel ama sus ceremonias de sacrificio,
pero para mí, todos sus sacrificios no tienen sentido.
Yo haré responsable a mi pueblo de sus pecados
y lo castigaré;
ellos volverán a Egipto.
14Israel
se olvidó de su Hacedor y construyó grandes palacios,
y Judá fortificó sus ciudades.
Por lo tanto, haré descender fuego sobre sus ciudades
y quemaré sus fortalezas».
Oseas 9
Oseas anuncia el castigo de Israel
1Oh
pueblo de Israel,
no te alegres como lo hacen otras naciones.
Pues has sido infiel a tu Dios,
alquilándote como una prostituta
y rindiendo culto a otros dioses en cada campo de trillar.
2Ahora
tus cosechas serán insuficientes para alimentarte;
no habrá uvas para hacer vino nuevo.
3Ya
no podrás quedarte aquí en la tierra del Señor.
En cambio, volverás a Egipto,
y en Asiria comerás alimentos
ceremonialmente impuros.
4Allí
no presentarás ofrendas de vino al Señor
y ninguno de tus sacrificios le agradará.
Serás inmundo como el alimento tocado por una persona que está de luto.
Todo el que presente tales sacrificios quedará contaminado.
Ellos mismos podrán comer esta comida
pero no podrán ofrecerla al Señor.
5Entonces,
¿qué harás en los días de los festivales?
¿Cómo celebrarás los festivales del Señor?
6Aunque
escapes de la destrucción a manos de Asiria,
Egipto te vencerá y Menfis te
enterrará.
La ortiga se apoderará de tus tesoros de plata
y la zarza invadirá tus casas arruinadas.
7Ha
llegado la hora del castigo de Israel;
ha llegado el día del pago merecido.
Pronto Israel se dará perfecta cuenta de esto.
A causa de tu gran pecado y hostilidad
dices: «¡Los profetas están locos
y los hombres inspirados son necios!».
8El
profeta es un centinela sobre Israel para
mi Dios,
sin embargo, dondequiera que va le tienden trampas.
Hasta en la casa de Dios enfrenta hostilidad.
9Lo
que hace mi pueblo es tan depravado
como lo que se hizo en Guibeá hace mucho tiempo.
Dios no olvidará;
sin falta los castigará por sus pecados.
10Dice
el Señor:
«Oh Israel, cuando te encontré por primera vez,
fue como encontrar uvas frescas en el desierto.
Cuando vi a tus antepasados,
fue como ver los primeros higos maduros de la temporada.
Pero después me abandonaron por Baal-peor
y se entregaron a ese ídolo vergonzoso.
En poco tiempo se volvieron viles,
tan viles como el dios al que rinden culto.
11La
gloria de Israel saldrá volando como un ave,
porque tus hijos no nacerán,
ni crecerán en la matriz,
ni siquiera serán concebidos.
12Aunque
algunos de tus hijos lleguen a crecer,
yo te los arrebataré.
Será un día terrible cuando me aleje
y te deje solo.
13He
visto a Israel llegar a ser tan hermoso como Tiro.
Pero ahora Israel sacará a sus hijos para ser masacrados».
14Oh
Señor,
¿qué debería pedir para tu pueblo?
Pediré matrices que no den a luz
y pechos que no den leche.
15Dice
el Señor:
«Toda su perversidad empezó en Gilgal;
allí comencé a odiarlos.
A causa de sus malas acciones
los sacaré de mi tierra.
Ya no los amaré
porque todos sus líderes son rebeldes.
16El
pueblo de Israel ha sido derribado.
Sus raíces se han secado
y no darán más fruto.
Y si dan a luz,
yo mataré a sus amados hijos».
17Mi
Dios rechazará al pueblo de Israel
porque no quiere escuchar ni obedecer.
Será un vagabundo,
sin hogar entre las naciones.