22 de Noviembre
 

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Salmo 118:1-18

 

Ezequiel 44

El príncipe, los levitas y los sacerdotes
1Luego el hombre me llevó nuevamente a la puerta oriental, ubicada en el muro exterior de la zona del templo, pero estaba cerrada.2Entonces el Señor me dijo: «Esta entrada debe permanecer cerrada; nunca volverá a abrirse. Nadie jamás la abrirá ni entrará por ella, pues el Señor, Dios de Israel, entró por aquí. Por lo tanto, permanecerá siempre cerrada.3Únicamente el príncipe podrá sentarse debajo de esta entrada para disfrutar de una comida en la presencia del Señor; pero solo podrá entrar y salir por la antesala de la entrada».
4Luego el hombre me llevó por la entrada norte hasta el frente del templo. Miré y vi que la gloria del Señor llenaba el templo del Señor, así que caí al suelo rostro en tierra.
5Entonces el Señor me dijo: «Hijo de hombre, presta mucha atención. Usa los ojos y los oídos, y escucha atentamente todo lo que te diga sobre las ordenanzas acerca del templo del Señor. Presta mucha atención a los procedimientos para usar las entradas y las salidas del templo. 6Da a esos rebeldes, los israelitas, este mensaje de parte del SeñorSoberano: “¡Oh pueblo de Israel, basta ya con tus pecados detestables! 7Has traído a extranjeros incircuncisos a mi santuario, gente que no tiene corazón para Dios. De ese modo, profanaste mi templo incluso mientras me ofrecías mi alimento: la grasa y la sangre de los sacrificios. Además de todos tus otros pecados detestables, rompiste mi pacto. 8En lugar de proteger mis ritos sagrados, contrataste a extranjeros para que se encargaran de mi santuario.
9»”Por lo tanto, esto dice el SeñorSoberano: ningún extranjero, ni siquiera los que vivan entre los israelitas, entrará en mi santuario si no se ha circuncidado y entregado al Señor.10Además, los hombres de la tribu de Leví que me abandonaron cuando Israel se alejó de mí para rendir culto a ídolos tendrán que sufrir las consecuencias de su infidelidad. 11Aun así podrán servir como guardias del templo y porteros, podrán matar los animales para las ofrendas quemadas y estar presentes para ayudar al pueblo. 12Sin embargo, incitaron a mi pueblo a rendir culto a ídolos e hicieron que los israelitas cayeran en un pecado muy grave. Por eso hice un juramento solemne de que tendrán que sufrir las consecuencias por sus pecados, dice el Señor Soberano. 13No se les permite acercarse a mí para ministrar como sacerdotes. Tampoco se les permite tocar ninguno de mis objetos santos ni las ofrendas santas, pues deberán cargar con la vergüenza de todos los pecados detestables que cometieron.14Servirán como cuidadores del templo a cargo del trabajo de mantenimiento y las tareas generales.
15»”Sin embargo, los sacerdotes levitas de la familia de Sadoc continuaron sirviendo fielmente en el templo cuando los israelitas me abandonaron para rendir culto a ídolos. Estos hombres servirán como ministros míos. Estarán en mi presencia y ofrecerán la grasa y la sangre de los sacrificios, dice el Señor Soberano. 16Solo ellos entrarán en mi santuario y se acercarán a mi mesa para servirme. Ellos cumplirán todos mis requisitos.
17»”Cuando entren por la puerta al atrio interior, deben vestir solamente ropa de lino. No se vestirán con lana cuando estén de turno en el atrio interior o en el templo mismo.18Llevarán puestos turbantes de lino y ropa interior de lino. No deberán vestir nada que los haga transpirar. 19Cuando regresen al atrio exterior donde está el pueblo, tendrán que quitarse la ropa que usaron mientras me sirvieron. Dejarán esa ropa en las habitaciones sagradas y se cambiarán, a fin de no poner a nadie en peligro al transmitirle santidad con esa ropa.
20»”No se raparán la cabeza ni se dejarán crecer demasiado el cabello, sino que deberán recortárselo con frecuencia. 21Los sacerdotes no beberán vino antes de entrar al atrio interior.22Podrán casarse únicamente con una virgen de Israel o con la viuda de un sacerdote. No podrán casarse con otras viudas ni con mujeres divorciadas. 23Enseñarán a mi pueblo la diferencia entre lo santo y lo común, entre lo ceremonialmente puro y lo impuro.
24»”Servirán de jueces para resolver cualquier desacuerdo que surja en mi pueblo y sus decisiones tendrán que basarse en mis ordenanzas. Y los sacerdotes mismos deberán obedecer mis instrucciones y decretos en todos los festivales sagrados y ocuparse de que los días de descanso sean apartados como días santos.
25»”Un sacerdote no deberá contaminarse al estar en presencia de un cadáver, a menos que se trate de su padre, su madre, uno de sus hijos, de sus hermanos o hermanas solteras. En tales casos está permitido. 26Aun así, podrá volver a desempeñar sus tareas en el templo solo después de purificarse ceremonialmente y luego esperar siete días. 27El primer día que vuelva a su trabajo y entre al atrio interior y al santuario, deberá presentar una ofrenda por su propio pecado, dice el SeñorSoberano.
28»”Los sacerdotes no tendrán ninguna parte ni porción de la tierra, porque solo yo seré su preciada posesión. 29Su alimento provendrá de las ofrendas y los sacrificios que el pueblo lleve al templo: las ofrendas de grano, las ofrendas por el pecado y las ofrendas por la culpa. Todo lo que alguien aparte para el Señorpertenecerá a los sacerdotes. 30Los primeros frutos maduros y todas las ofrendas presentadas al Señor pertenecerán a los sacerdotes. También se entregarán a los sacerdotes las primeras muestras de cada cosecha de grano y lo primero de la harina, para que el Señor bendiga los hogares de ustedes.31Los sacerdotes tendrán prohibido comer carne de cualquier ave o animal que muera de muerte natural o por haber sido atacado por otro animal.

 

Ezequiel 45:1-12

 

División de la tierra
1»”Cuando se repartan la tierra entre las tribus de Israel, deberán apartar una sección para el Señor, la cual será su porción santa. Esa porción tendrá trece kilómetros con trescientos metros de largo por diez kilómetros con seiscientos metros de ancho. Toda el área será santa. 2Una parte de esta tierra —un cuadrado de doscientos sesenta y cinco metros de lado— se apartará para el templo. A su alrededor se dejará libre una franja adicional de tierra de veintiséis metros y medio de ancho. 3Dentro del terreno sagrado más extenso, midan una parcela de tierra de trece kilómetros con trescientos metros de largo y cinco kilómetros con trescientos metros de ancho. Allí se ubicará el santuario del Lugar Santísimo. 4Esta área será santa, apartada para los sacerdotes que ofician ante el Señor en el santuario. Allí estarán sus casas y allí también se pondrá mi templo.5La franja de tierra sagrada junto a esta área —también de trece kilómetros con trescientos metros de largo por cinco kilómetros con trescientos metros de ancho— se destinará a las viviendas de los levitas que trabajen en el templo. El lugar les pertenecerá a ellos y será un lugar para sus aldeas.
6»”Junto a la tierra sagrada más extensa habrá una porción de tierra, de trece kilómetros con trescientos metros de largo por dos kilómetros seiscientos cincuenta metros de ancho, la cual se apartará para construir una ciudad donde pueda vivir cualquier israelita.
7»”Apartarán también dos porciones de tierra especiales para el príncipe. La primera porción colindará con el lado oriental de las tierras sagradas y la ciudad, y la segunda colindará con el lado occidental. De modo que los límites extremos hacia el oriente y el occidente de las tierras del príncipe quedarán alineados con los límites oriental y occidental de los territorios de las tribus. 8Estas dos porciones de tierra se le asignarán al príncipe. Entonces mis príncipes dejarán de oprimir a mi pueblo y de robarle; repartirán el resto de la tierra al pueblo, asignando una porción a cada tribu.
Reglas para los príncipes
9»”Esto dice el Señor Soberano: ¡basta ya, príncipes de Israel! Abandonen la violencia y la opresión, y hagan lo que es justo y correcto. Dejen de estafar a mi pueblo y de robarle su tierra. No los desalojen de sus casas, dice el Señor Soberano. 10Utilicen solamente pesas y balanzas legítimas, y medidas exactas, tanto para sólidos como para líquidos. 11El homerserá la unidad estándar para medir volúmenes. Tanto el efa como el bato equivaldrán a un décimo de homer. 12La unidad estándar para medir pesos será el siclo de plata. Un siclo equivaldrá a veinte geras y sesenta siclos equivaldrán a una mina.

 

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1ª Pedro 1:1-12

Saludos de Pedro
1Yo, Pedro, apóstol de Jesucristo, escribo esta carta a los elegidos por Dios que viven como extranjeros en las provincias de Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia. 2Dios Padre los conocía y los eligió desde hace mucho tiempo, y su Espíritu los ha hecho santos. Como resultado, ustedes lo obedecieron y fueron limpiados por la sangre de Jesucristo.
Que Dios les conceda cada vez más gracia y paz.
La esperanza de la vida eterna
3Que toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Es por su gran misericordia que hemos nacido de nuevo, porque Dios levantó a Jesucristo de los muertos. Ahora vivimos con gran expectación4y tenemos una herencia que no tiene precio, una herencia que está reservada en el cielo para ustedes, pura y sin mancha, que no puede cambiar ni deteriorarse. 5Por la fe que tienen, Dios los protege con su poder hasta que reciban esta salvación, la cual está lista para ser revelada en el día final, a fin de que todos la vean.
6Así que alégrense de verdad. Les espera una alegría inmensa, aun cuando tengan que soportar muchas pruebas por un tiempo breve. 7Estas pruebas demostrarán que su fe es auténtica. Está siendo probada de la misma manera que el fuego prueba y purifica el oro, aunque la fe de ustedes es mucho más preciosa que el mismo oro. Entonces su fe, al permanecer firme en tantas pruebas, les traerá mucha alabanza, gloria y honra en el día que Jesucristo sea revelado a todo el mundo.
8Ustedes aman a Jesucristo a pesar de que nunca lo han visto. Aunque ahora no lo ven, confían en él y se gozan con una alegría gloriosa e indescriptible. 9La recompensa por confiar en él será la salvación de sus almas.
10Incluso los profetas quisieron saber más cuando profetizaron acerca de esta salvación inmerecida que estaba preparada para ustedes. 11Se preguntaban a qué tiempo y en qué circunstancias se refería el Espíritu de Cristo, que estaba en ellos, cuando les dijo de antemano sobre los sufrimientos de Cristo y de la inmensa gloria que después vendría.
12Se les dijo que los mensajes que habían recibido no eran para ellos sino para ustedes. Y ahora esta Buena Noticia les fue anunciada a ustedes por medio de aquellos que la predicaron con el poder del Espíritu Santo, enviado del cielo. Todo es tan maravilloso que aun los ángeles observan con gran expectación cómo suceden estas cosas.

 

 

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Salmo 118:1-18

1¡Den gracias al Señor, porque él es bueno!
Su fiel amor perdura para siempre.
2Que todo Israel repita:
«Su fiel amor perdura para siempre».
3Que los descendientes de Aarón, los sacerdotes, repitan:
«Su fiel amor perdura para siempre».
4Que todos los que temen al Señor repitan:
«Su fiel amor perdura para siempre».
5En mi angustia oré al Señor,
y el Señor me respondió y me liberó.
6El Señor está de mi parte, por tanto, no temeré;
¿qué me puede hacer un simple mortal?
7Así es, el Señor está de mi parte; él me ayudará;
miraré triunfante a los que me odian.
8Es mejor refugiarse en el Señor
que confiar en la gente.
9Es mejor refugiarse en el Señor
que confiar en príncipes.
10Aunque me rodearon naciones hostiles,
las destruí a todas con la autoridad del Señor.
11Así fue, me rodearon y me atacaron,
pero las destruí a todas con la autoridad del Señor.
12Me rodearon como un enjambre de abejas;
se enardecieron contra mí como un fuego crepitante;
pero las destruí a todas con la autoridad del Señor.
13Mis enemigos hicieron todo lo posible para matarme,
pero el Señor me rescató.
14El Señor es mi fuerza y mi canción;
me ha dado la victoria.
15Se entonan canciones de alegría y de victoria en el campamento de los justos.
¡El fuerte brazo derecho del Señor ha hecho proezas gloriosas!
16El fuerte brazo derecho del Señor se levanta triunfante.
¡El fuerte brazo derecho del Señor ha hecho proezas gloriosas!
17No moriré; sino que viviré
para contar lo que hizo el Señor.
18El Señor me castigó severamente,
pero no me dejó morir.

 

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