Asiria invade a Judá
13En
el año catorce del reinado de Ezequías,Senaquerib,
rey de Asiria, atacó a las ciudades fortificadas de Judá y
las conquistó.14Entonces
el rey Ezequías envió el siguiente mensaje al rey de Asiria
que estaba en Laquis: «Yo he actuado mal. Si tú te retiras,
te pagaré cualquier tributo que exijas». Así que el rey de
Asiria exigió un pago de más de diez mil kilos de plata y
mil kilos de oro. 15Para
reunir esta cantidad, el rey Ezequías usó toda la plata que
estaba guardada en el templo del Señor y
en el tesoro del palacio. 16Hasta
quitó el oro de las puertas del templo del Señor y
de los marcos de las puertas que había revestido con oro, y
se lo dio todo al rey de Asiria.
17Sin
embargo, el rey de Asiria mandó desde Laquis a su comandante
en jefe, a su comandante de campo y a su jefe del Estado
Mayor con
un enorme ejército para enfrentar al rey Ezequías en
Jerusalén. Los asirios tomaron posición de batalla junto al
acueducto que vierte el agua en el estanque superior, cerca
del camino que lleva al campo donde se lavan telas. 18Mandaron
llamar al rey Ezequías, pero el rey envió a tres
funcionarios a recibirlos: Eliaquim, hijo de Hilcías,
administrador del palacio; Sebna, secretario de la corte; y
Joa, hijo de Asaf, historiador del reino.
Senaquerib amenaza a Jerusalén
19Entonces
el jefe del Estado Mayor del rey asirio les dijo que le
transmitieran a Ezequías el siguiente mensaje:
«El gran rey de Asiria dice: ¿En qué confías que te da tanta
seguridad?20¿Acaso
crees que simples palabras pueden sustituir la fuerza y la
capacidad militar? ¿Con quién cuentas para haberte rebelado
contra mí?21¿Con
Egipto? Si te apoyas en Egipto, será como una caña que se
quiebra bajo tu peso y te atraviesa la mano. ¡El faraón, rey
de Egipto, no es nada confiable!
22»Tal
vez me digas: “¡Confiamos en el Señor nuestro
Dios!”; pero ¿no es él a quien Ezequías insultó? ¿Acaso no
fue Ezequías quien derribó sus santuarios y altares, e hizo
que todos en Judá y en Jerusalén adoraran solo en el altar
que hay aquí, en Jerusalén?
23»¡Se
me ocurre una idea! Llega a un acuerdo con mi amo, el rey de
Asiria. Yo te daré dos mil caballos, ¡si es que puedes
encontrar esa cantidad de hombres para que los monten! 24Con
tu pequeño ejército, ¿cómo se te ocurre desafiar siquiera al
contingente más débil de las tropas de mi amo, aunque
contaras con la ayuda de los carros de guerra y sus
conductores de Egipto? 25Es
más, ¿crees que hemos invadido tu tierra sin la dirección
del Señor?
El Señor mismo
nos dijo: “¡Ataquen esta tierra y destrúyanla!”».
26Entonces
tanto Eliaquim, hijo de Hilcías, como Sebna y Joa le dijeron
al jefe del Estado Mayor asirio:
—Por favor, háblanos en arameo porque lo entendemos bien. No
hables en hebreo, porque
oirá la gente que está sobre la muralla.
27Pero
el jefe del Estado Mayor de Senaquerib respondió:
—¿Ustedes creen que mi amo les envió este mensaje solo a
ustedes y a su amo? Él quiere que todos los habitantes lo
oigan porque, cuando sitiemos a esta ciudad, ellos sufrirán
junto con ustedes. Tendrán tanta hambre y tanta sed que
comerán su propio excremento y beberán su propia orina.
28Después
el jefe del Estado Mayor se puso de pie y le gritó en hebreo
a la gente que estaba sobre la muralla: «¡Escuchen este
mensaje del gran rey de Asiria! 29El
rey dice lo siguiente: “No dejen que Ezequías los engañe. Él
jamás podrá librarlos de mi poder. 30No
permitan que los haga confiar en el Señordiciéndoles:
‘Con toda seguridad el Señor nos
librará. ¡Esta ciudad nunca caerá en manos del rey asirio!’.
31»”¡No
escuchen a Ezequías! El rey de Asiria les ofrece estas
condiciones: hagan las paces conmigo; abran las puertas y
salgan. Entonces cada uno de ustedes podrá seguir comiendo
de su propia vid y de su propia higuera, y bebiendo de su
propio pozo. 32Me
encargaré de llevarlos a otra tierra como esta: una tierra
de grano y vino nuevo, de pan y viñedos, de olivares y miel.
¡Escojan la vida y no la muerte!
»”No escuchen a Ezequías cuando trate de engañarlos al
decir: ‘¡El Señor nos
librará!’. 33¿Acaso
los dioses de cualquier otra nación alguna vez han salvado a
su pueblo del rey de Asiria? 34¿Qué
les sucedió a los dioses de Hamat y de Arfad? ¿Y qué me
dicen de los dioses de Sefarvaim, Hena e Iva? ¿Algún dios
libró a Samaria de mi poder? 35¿Cuál
de los dioses de alguna nación ha podido salvar alguna vez a
su pueblo de mi poder? ¿Qué les hace pensar entonces que el
Señor puede
librar a Jerusalén de mis manos?”».
36El
pueblo se quedó en silencio y no dijo ni una palabra, porque
Ezequías le había ordenado: «No le respondan».
37Entonces
Eliaquim, hijo de Hilcías, administrador del palacio; Sebna,
secretario de la corte; y Joa, hijo de Asaf, historiador del
reino, regresaron a donde estaba Ezequías. Desesperados
rasgaron su ropa, entraron para ver al rey y le contaron lo
que había dicho el jefe del Estado Mayor asirio.
2 Reyes 19
Ezequías busca la ayuda del SEÑOR
1Cuando
el rey Ezequías oyó el informe, rasgó su ropa, se vistió de
tela áspera y entró al templo del Señor. 2Enseguida
envió a Eliaquim, administrador del palacio; a Sebna,
secretario de la corte; y a los principales sacerdotes,
todos vestidos de tela áspera, a hablar con el profeta
Isaías, hijo de Amoz.3Ellos
le dijeron: «El rey Ezequías dice: “Hoy es un día de
dificultad, insulto y deshonra. Es como cuando un niño está
a punto de nacer, pero la madre no tiene fuerzas para dar a
luz.4Tal
vez el Señor tu
Dios haya oído al jefe del Estado Mayor asirio,
que fue enviado por el rey para desafiar al Dios viviente, y
lo castigue por sus palabras. ¡Te rogamos que ores por los
que hemos quedado!”».
5Una
vez que los funcionarios del rey Ezequías le dieron a Isaías
el mensaje del rey, 6el
profeta respondió: «Díganle a su amo: “Esto dice el Señor:
‘No te alteres por ese discurso blasfemo que han pronunciado
contra mí los mensajeros del rey de Asiria. 7¡Escucha!
Yo mismo actuaré en su contra, y
el rey recibirá un mensaje de que lo necesitan en su país.
Así que volverá a su tierra, donde haré que lo maten a filo
de espada’”».
8Mientras
tanto, el jefe del Estado Mayor asirio partió de Jerusalén
para consultar al rey de Asiria, quien había salido de
Laquis y estaba atacando a Libna.
9Poco
después, el rey Senaquerib recibió la noticia de que el rey
Tirhaca de Etiopía iba
al frente de un ejército para luchar contra él. Antes de
salir al encuentro de sus agresores, envió mensajeros de
regreso a Ezequías, en Jerusalén, con el siguiente mensaje:
10«Este
mensaje está dirigido al rey Ezequías de Judá. No dejes que
tu Dios, en quien confías, te engañe con promesas de que
Jerusalén no caerá en manos del rey de Asiria.11Tú
sabes perfectamente bien lo que han hecho los reyes de
Asiria en todos los lugares donde han ido. ¡Han destruido
por completo a todo aquel que se ha interpuesto en su
camino! ¿Por qué serías tú la excepción? 12¿Acaso
los dioses de otras naciones las han rescatado, naciones
como Gozán, Harán, Resef y el pueblo de Edén que vivía en
Telasar? ¡Mis antecesores los destruyeron a todos! 13¿Qué
sucedió con el rey de Hamat y el rey de Arfad? ¿Qué les pasó
a los reyes de Sefarvaim, de Hena y de Iva?».
14Después
de recibir la carta de mano de los mensajeros y de leerla,
Ezequías subió al templo del Señor y
desplegó la carta ante el Señor. 15En
presencia del Señor,
el rey hizo la siguiente oración: «¡Oh Señor,
Dios de Israel, tú estás entronizado entre los poderosos
querubines! Solo tú eres el Dios de todos los reinos de la
tierra. Solo tú creaste los cielos y la tierra. 16¡Inclínate,
oh Señor,
y escucha! ¡Abre tus ojos, oh Señor,
y mira! Escucha las palabras desafiantes de Senaquerib
contra el Dios viviente.
17»Es
cierto, Señor,
que los reyes de Asiria han destruido a todas esas naciones.18Han
arrojado al fuego a los dioses de esas naciones y los han
quemado. ¡Por supuesto que los asirios pudieron destruirlos,
pues no eran dioses en absoluto! Eran solo ídolos de madera
y de piedra, formados por manos humanas.19Ahora,
oh Señor nuestro
Dios, rescátanos de su poder; así todos los reinos de la
tierra sabrán que solo tú, oh Señor,
eres Dios».
Isaías predice la liberación de Judá
20Después,
Isaías, hijo de Amoz, le envió a Ezequías el siguiente
mensaje: «Esto dice el Señor,
Dios de Israel: “He oído tu oración con respecto al rey
Senaquerib de Asiria, 21y
el Señor ha
pronunciado estas palabras en su contra:
»”La hija virgen de Sión
te desprecia y se ríe de ti.
La hija de Jerusalén
menea la cabeza con desdén mientras tú huyes.
22»”¿A
quién has estado desafiando y ridiculizando?
¿Contra quién levantaste la voz?
¿A quién miraste con ojos tan arrogantes?
¡Fue al Santo de Israel!
23Por
medio de tus mensajeros, has desafiado al Señor.
Dijiste: ‘Con mis numerosos carros de guerra
conquisté las montañas más altas,
sí, las cimas más remotas del Líbano.
Corté sus cedros más altos
y sus mejores cipreses.
Alcancé sus rincones más lejanos
y exploré sus bosques más espesos.
24Cavé
pozos en muchas tierras extranjeras
y me refresqué con sus aguas.
¡Con la planta de mi pie
detuve todos los ríos de Egipto!’.
25»”Pero
¿acaso no has oído?
Yo lo decidí hace mucho tiempo.
Hace mucho que lo planifiqué,
y ahora lo llevo a cabo.
Yo determiné que tú aplastaras ciudades fortificadas
y las redujeras a un montón de escombros.
26Por
eso sus habitantes tienen tan poco poder
y están tan asustados y confundidos.
Son tan débiles como la hierba,
tan fáciles de pisotear como tiernos brotes verdes.
Son como hierba que sale en el techo de una casa,
que se quema antes de poder crecer alta y lozana.
27»”Pero
a ti te conozco bien:
sé dónde te encuentras,
y cuándo entras y sales.
Conozco la forma en que desataste tu furia contra mí.
28Por
esa furia en mi contra
y por tu arrogancia, que yo mismo oí,
te pondré mi gancho en la nariz
y mi freno en la boca.
Te haré regresar
por el mismo camino por donde viniste”».
29Luego
Isaías le dijo a Ezequías: «Esta es la prueba de que es
cierto lo que digo:
»Este año ustedes solo comerán lo que crezca por sí mismo,
y el año próximo comerán lo que de eso brote.
Sin embargo, el tercer año, plantarán cultivos y los
cosecharán;
cuidarán de sus viñedos y comerán de su fruto.
30Y
ustedes, los que quedan en Judá,
los que han escapado de los estragos del ataque,
echarán raíces en su propio suelo,
crecerán y prosperarán.
31Pues
desde Jerusalén se extenderá un remanente de mi pueblo,
un grupo de sobrevivientes, desde el monte Sión.
¡El ferviente compromiso del Señor de
los Ejércitos Celestiales
hará que esto suceda!
32»Y
esto dice el Señor acerca
del rey de Asiria:
»“Sus ejércitos no entrarán en Jerusalén;
ni siquiera lanzarán una sola flecha contra ella.
No marcharán fuera de sus puertas con sus escudos
ni levantarán terraplenes contra sus murallas.
33El
rey regresará a su propia tierra
por el mismo camino por donde vino.
No entrará en esta ciudad
—dice el Señor—.
34Por
mi propia honra y por amor a mi siervo David,
defenderé esta ciudad y la protegeré”».
35Esa
noche el ángel del Señor fue
al campamento asirio y mató a 185.000 soldados. Cuando los
asirios que sobrevivieron se
despertaron a la mañana siguiente, encontraron cadáveres por
todas partes. 36Entonces
Senaquerib, rey de Asiria, levantó campamento y regresó a su
propia tierra. Volvió a Nínive, la capital del reino, y allí
se quedó.
37Cierto
día, mientras rendía culto en el templo de su dios Nisroc,
sus hijos Adramelec
y Sarezer lo mataron a espada. Luego escaparon a la tierra
de Ararat, y otro de sus hijos, Esar-hadón, lo sucedió en el
trono de Asiria.