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La oración es la fuerza más poderosa sobre la tierra. Es lo
suficientemente potente como para ayudar al atribulado, al enfermo,
o al pecador (Santiago 5:13-16).
Elías es un ejemplo de uno de los más poderosos "oradores" en la
Biblia. Él estaba sujeto a las mismas debilidades humanas que
experimentamos cuando oramos: el aburrimiento, el cansancio, el
desánimo, el hambre y la sed. Sin embargo, era un guerrero de
oración tan poderoso que cuando él oró por lluvia, "no llovió sobre
la tierra por tres años y seis meses." (Santiago 5:17)
Elías fue consistente durante más de tres años en retener la lluvia
a través de la oración. Luego, durante un drama de oración en el Monte Carmelo, envió a su siervo a buscar una nube de
lluvia sobre el Mediterráneo. ¡Seis veces el siervo regresó
desalentado! Por último, la oración de Elías rompió la oposición, y
la nube de lluvia empapó la tierra reseca.
¿Nuestro objetivo en la oración? Adorarlo a Él, presentar nuestra
vida y familia, pedir por nuestras necesidades, etc.
Pero más que nada, debemos orar por aquellos que se han desviado de
la verdad del Evangelio y trabajar para traerlos de vuelta a una
relación correcta con Dios (vv. 19-20).
¡Orá, cristiano! La nube de la salvación está empezando a subir.
324 días pasaron. Quedan solo 41.
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