La historia de la cabeza de hacha perdida describe bien la condición
humana. En primer lugar, el hacha no estaba en manos de su
propietario. Del mismo modo, nosotros una vez pertenecimos a Dios,
pero Satanás nos robó en el Jardín del Edén, y nos hicimos sus
esclavos.
En segundo lugar, el hacha estaba en el lugar equivocado. Debería
haber estado fuera haciendo su trabajo, pero en vez de eso terminó
en el fondo del Jordán, en un ambiente extraño. Cuando estábamos en
pecado, estábamos completamente sumergidos en el ambiente
equivocado, separados de Dios.
Por último, la cabeza del hacha no pudo salvarse a sí misma. El
hacha no tenía poder para cambiar su situación; Por lo tanto, estaba
destinada a permanecer atrapada en el barro. Sólo cuando "Eliseo
cortó un palo y lo arrojó al agua" (2 Reyes 6:6) hizo que el hacha
sobrenaturalmente comenzara a subir desde el fondo en una
"resurrección física". ¡Qué imagen de la muerte y resurrección de
Jesús!
Ni el deseo personal ni la fuerza de voluntad nos puede levantar
desde el pantano fangoso del pecado si nos quedamos ahí. Sólo Jesús
nos puede liberar. Entonces pertenecemos a Dios, para no volver al
fondo del barro nuevamente!
174 días pasaron... quedan 191 para tomarte de su mano!
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