Cuando los israelitas salieron de Egipto, todos ellos fueron
milagrosamente sanados de sus dolencias, enfermedades y lesiones
relacionadas con la esclavitud. Todos salieron por sus propios
medios, y ninguno vaciló. Imagine el alcance de tal milagro! Sólo
por comer el cordero pascual, una nación de esclavos desnutridos,
golpeados y magullados, recibieron salud total y completa.
Este milagro era el tipo de sanidad adquirida en el Calvario por el
Cordero de Dios, Jesucristo. En su ministerio, Él sanó a todos los
que deseaban estar bien. Jesús le preguntó al hombre en el estanque
de Betesda, "¿Quieres ser sano?" (Juan 5:6). El poder de sanidad del
Señor estaba fluyendo a todo el que quisiera alcanzarlo y recibirlo.
¿Podés ver que la sanidad está disponible para vos con sólo
recibirla? Dios no hace acepción de personas. Lo que Él hizo por
Israel, lo hará por vos. Recordá cómo el vientre de Ana se abrió
sobrenaturalmente para concebir un hijo porque ella "le pidió al
Señor por él" (1 Samuel 1:20). Dale gracias hoy, y pedí por la
sanidad que necesitás. ¡Te pertenece!
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