29 de Diciembre
 

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Salmo 148

 

Zacarías 14

El Señor gobernará la tierra
1¡Atención, viene el día del Señor, cuando tus posesiones serán saqueadas frente a ti! 2Reuniré a todas las naciones para que peleen contra Jerusalén. La ciudad será tomada, las casas saqueadas y las mujeres violadas. La mitad de la población será llevada al cautiverio y al resto la dejarán entre las ruinas de la ciudad.
3Luego el Señor saldrá a pelear contra esas naciones, como lo hizo en tiempos pasados. 4En aquel día sus pies estarán sobre el monte de los Olivos, al oriente de Jerusalén. Entonces el monte de los Olivos se partirá, formando un extenso valle del oriente al occidente. La mitad del monte se desplazará hacia el norte y la otra mitad hacia el sur. 5Ustedes huirán por ese valle, porque llegará hasta Azal. Así es, huirán como lo hicieron durante el terremoto en los días de Uzías, rey de Judá. Entonces vendrá el Señor mi Dios y todos sus santos con él.
6En aquel día las fuentes de luz no brillarán más. 7Sin embargo, ¡la luz del día será perpetua! Solo el Señor sabe cómo esto podría suceder. No habrá días y noches como de costumbre, porque en las horas nocturnas todavía habrá luz.
8En aquel día fluirán desde Jerusalén aguas que dan vida, la mitad hacia el mar Muerto y la otra mitad hacia el Mediterráneo; brotarán continuamente, tanto en el verano como en el invierno.
9El Señor será rey sobre toda la tierra. En aquel día habrá un solo Señor y únicamente su nombre será adorado.
10Toda la tierra desde Geba, al norte de Judá, hasta Rimón, al sur de Jerusalén, se convertirá en una inmensa llanura. Pero Jerusalén será levantada en su lugar original y estará poblada desde la puerta de Benjamín hasta el sitio de la puerta vieja, luego hasta la puerta de la Esquina, y desde la torre de Hananeel hasta las prensas de vino del rey. 11Entonces Jerusalén, por fin a salvo, se llenará de gente y nunca más será maldecida ni destruida.
12Luego el Señor enviará una plaga sobre todas las naciones que pelearon contra Jerusalén. Sus habitantes llegarán a ser como cadáveres ambulantes, la carne se les pudrirá. Se les pudrirán los ojos en sus cuencas y la lengua en la boca. 13En aquel día sentirán terror, agobiados por el Señor con un terrible pánico. Pelearán contra sus vecinos mano a mano. 14También Judá peleará en Jerusalén. Tomarán las riquezas de todas las naciones vecinas: grandes cantidades de oro, plata y ropa costosa. 15Esta misma plaga atacará a caballos, mulas, camellos, asnos y demás animales de los campos enemigos.
16A fin de cuentas, los enemigos de Jerusalén que sobrevivan a la plaga, subirán a Jerusalén cada año para adorar al Rey, el Señor de los Ejércitos Celestiales, y para celebrar el Festival de las Enramadas. 17Toda nación que se niegue a ir a Jerusalén para adorar al Rey, el Señor de los Ejércitos Celestiales, no recibirá lluvia. 18Si el pueblo de Egipto se niega a asistir al festival, el Señor lo castigará con la misma plaga que envió sobre las otras naciones que se negaron a ir. 19Egipto y las demás naciones serán castigadas si no van para celebrar el Festival de las Enramadas.
20En aquel día hasta en los cascabeles del arnés de los caballos se inscribirán estas palabras: Santo para el Señor. Las ollas de cocina en el templo del Señor serán tan sagradas como los tazones que se usan al lado del altar.21De hecho, toda olla de cocina en Jerusalén y Judá será consagrada al Señor de los Ejércitos Celestiales. Todo el que venga a adorar tendrá plena libertad de usar cualquiera de estas ollas para cocinar sus sacrificios. En aquel día no habrá más comerciantes en el templo del Señor de los Ejércitos Celestiales.

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Apocalipsis 20

Los mil años
1Luego vi a un ángel que bajaba del cielo con la llave del abismo sin fondo y una pesada cadena en la mano.2Sujetó con fuerza al dragón —la serpiente antigua, quien es el diablo, Satanás— y lo encadenó por mil años. 3El ángel lo lanzó al abismo sin fondo y lo encerró con llave para que Satanás no pudiera engañar más a las naciones hasta que se cumplieran los mil años. Pasado ese tiempo, debe ser soltado por un poco de tiempo.
4Después vi tronos, y los que estaban sentados en ellos habían recibido autoridad para juzgar. Vi las almas de aquellos que habían sido decapitados por dar testimonio acerca de Jesús y proclamar la palabra de Dios. Ellos no habían adorado a la bestia ni a su estatua, ni habían aceptado su marca en la frente o en las manos. Volvieron a la vida, y reinaron con Cristo durante mil años.
5Esta es la primera resurrección. (El resto de los muertos no volvieron a la vida hasta que se cumplieron los mil años).6Benditos y santos son aquellos que forman parte de la primera resurrección, porque la segunda muerte no tiene ningún poder sobre ellos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él durante mil años.
La derrota de Satanás
7Cuando se cumplan los mil años, Satanás será liberado de su prisión. 8Saldrá para engañar a las naciones —llamadas Gog y Magog— por todos los extremos de la tierra. Las reunirá a todas para la batalla: un poderoso ejército tan incalculable como la arena de la orilla del mar.9Y los vi cuando subían por toda la anchura de la tierra y rodeaban al pueblo de Dios y a la ciudad amada; pero cayó fuego del cielo sobre el ejército que atacaba y lo consumió.
10Después el diablo, que los había engañado, fue lanzado al lago de fuego que arde con azufre, donde ya estaban la bestia y el falso profeta. Allí serán atormentados día y noche por siempre jamás.
El juicio final
11Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. La tierra y el cielo huyeron de su presencia, pero no encontraron ningún lugar donde esconderse. 12Vi a los muertos, tanto grandes como pequeños, de pie delante del trono de Dios. Los libros fueron abiertos, entre ellos el libro de la vida. A los muertos se les juzgó de acuerdo a las cosas que habían hecho, según lo que estaba escrito en los libros. 13El mar entregó sus muertos, y la muerte y la tumba también entregaron sus muertos; y todos fueron juzgados según lo que habían hecho. 14Entonces la muerte y la tumba fueron lanzadas al lago de fuego. Este lago de fuego es la segunda muerte. 15Y todo el que no tenía su nombre registrado en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.

 

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Salmo 148

1¡Alabado sea el Señor!
¡Alaben al Señor desde los cielos!
¡Alábenlo desde el firmamento!
2¡Alábenlo, todos sus ángeles!
¡Alábenlo, todos los ejércitos celestiales!
3¡Alábenlo, sol y luna!
¡Alábenlo, todas las estrellas brillantes!
4¡Alábenlo, los altos cielos!
¡Alábenlo, los vapores que están mucho más allá de las nubes!
5Que toda cosa creada alabe al Señor,
pues él dio la orden y todo cobró vida.
6Puso todo lo creado en su lugar por siempre y para siempre.
Su decreto jamás será revocado.
7Alaben al Señor desde la tierra,
ustedes, criaturas de las profundidades del océano,
8el fuego y el granizo, la nieve y las nubes,
el viento y el clima que le obedecen,
9ustedes, las montañas y todas las colinas,
los árboles frutales y los cedros,
10los animales salvajes y todo el ganado,
los animales pequeños que corren por el suelo y las aves,
11los reyes de la tierra y toda la gente,
los gobernantes y los jueces de la tierra,
12los muchachos y las jovencitas,
los ancianos y los niños.
13Que todos alaben el nombre del Señor,
porque su nombre es muy grande;
¡su gloria está por encima de la tierra y el cielo!
14Dios hizo fuerte a su pueblo
y honró a sus fieles:
los del pueblo de Israel que están cerca de él.
¡Alabado sea el Señor!

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