27 de Diciembre
 

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Salmo 146

 

Zacarías 10

El Señor restaurará a su pueblo
1Pidan al Señor lluvia en la primavera,
porque él forma las nubes de tempestad.
Y él mandará abundante lluvia
de modo que cada campo se convierta en un buen pastizal.
2Los ídolos caseros dan consejos sin ningún valor,
los adivinos predicen solo mentiras
y los que interpretan los sueños dicen
falsedades que no dan consuelo.
Así que mi pueblo vaga como ovejas perdidas;
y las atacan porque no tienen pastor.
3«Mi ira se enciende contra sus pastores
y castigaré a esos líderes.
Pues el Señor de los Ejércitos Celestiales ha llegado
para cuidar a Judá, su rebaño.
Él los hará fuertes y magníficos,
como un caballo majestuoso en la batalla.
4De Judá saldrá la piedra principal,
la estaca de la carpa,
el arco para la batalla
y todos los gobernantes.
5Serán como guerreros poderosos en batalla,
que pisotean a sus enemigos en el lodo debajo de sus pies.
Puesto que el Señor está con ellos cuando luchan,
hasta derribarán a los jinetes de sus enemigos.
6»Yo fortaleceré a Judá y salvaré a Israel;
los restauraré a causa de mi compasión.
Será como si nunca los hubiera rechazado,
porque yo soy el Señor su Dios, que escuchará sus lamentos.
7El pueblo de Israel será como poderosos guerreros,
y sus corazones se alegrarán como si tomaran vino.
Sus hijos también verán esto y se alegrarán;
sus corazones se gozarán en el Señor.
8Cuando los llame con un silbido vendrán corriendo,
porque los he redimido.
De los pocos que queden,
volverán a ser tan numerosos como eran antes.
9Aunque los dispersé como semillas entre las naciones,
aun así en tierras lejanas se acordarán de mí.
Ellos y sus hijos sobrevivirán
y volverán otra vez a Israel.
10Los traeré de regreso desde Egipto
y los recogeré de Asiria.
Yo los estableceré otra vez en Galaad y en el Líbano
hasta que no haya espacio para todos.
11Cruzarán a salvo el mar de la angustia,
porque las olas serán contenidas
y las aguas del Nilo se secarán.
La soberbia de Asiria será aplastada
y el dominio de Egipto terminará.
12Mediante mi poder haré fuerte a mi pueblo
y por mi autoridad irán a donde quieran.
¡Yo, el Señor, he hablado!».

 

Zacarías 11

1Líbano, abre tus puertas,
para que el fuego pueda devorar tus bosques de cedro.
2Lloren, ustedes cipreses, por todos los cedros arruinados;
han caído los más majestuosos.
Lloren, ustedes robles de Basán,
porque los tupidos bosques han sido talados.
3Escuchen el gemido de los pastores
porque se destruyeron sus abundantes pastizales.
Oigan rugir a los leones jóvenes
porque se arruinaron sus matorrales en el valle del Jordán.
Buenos y malos pastores
4El Señor mi Dios dice: «Ve y cuida del rebaño que está destinado para el matadero. 5Los compradores matan a las ovejas sin remordimiento. Los vendedores dicen: “¡Gloria al Señor! ¡Ahora soy rico!”. Ni siquiera los pastores tienen compasión de las ovejas. 6De la misma manera, ya no tendré compasión de la gente de la tierra —dice el Señor—. Permitiré que uno caiga en manos del otro y en manos de su rey. Convertirán la tierra en un desierto y yo no los rescataré».
7Así que cuidé el rebaño destinado al matadero, el rebaño que fue oprimido. Entonces tomé dos varas de pastor y a una nombré Favor y a la otra Unión. 8En un solo mes me deshice de los tres pastores malvados.
Sin embargo, perdí la paciencia con estas ovejas y ellas también me odiaron. 9Así que les dije: «Ya no seré su pastor. Si se mueren, que se mueran. Si las matan, que las maten. ¡Y que las sobrevivientes se devoren unas a otras!».
10Entonces tomé mi vara llamada Favor y la partí en dos para mostrar que había revocado el pacto que había hecho con todas las naciones. 11Así terminó mi pacto con ellas. El sufrido rebaño me miraba y sabían que el Señor hablaba por medio de mis acciones.
12Así que les dije: «Si les parece bien, páguenme lo que consideren que merezco; pero solo si quieren». Entonces ellos valuaron mi pago en treinta piezas de plata.
13Luego el Señor me dijo: «Arrójalas al alfarero», ¡esta magnífica cantidad con que me valuaron! Así que tomé las treinta monedas y las lancé al alfarero en el templo del Señor.
14Después tomé mi otra vara, Unión, y la partí en dos para mostrar que el lazo de unidad entre Judá e Israel estaba roto.
15Entonces el Señor me dijo: «Ve nuevamente e interpreta el papel de pastor irresponsable. 16Así ilustrarás que le daré a esta nación un pastor que no cuidará de las que están muriendo, ni protegerá a las pequeñas, ni sanará a las heridas, ni alimentará a las sanas. Al contrario, este pastor se comerá la carne de las ovejas más gordas y les arrancará las pezuñas.
17»¡Qué aflicción le espera a este pastor despreciable
que abandona el rebaño!
La espada cortará su brazo
y perforará su ojo derecho.
Su brazo quedará inútil
y su ojo derecho completamente ciego».

 

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Apocalipsis 18

Caída de Babilonia
1Después de todo esto vi que otro ángel bajaba del cielo con gran autoridad, y la tierra se iluminó con su resplandor.2Dio un fuerte grito:
«¡Ha caído Babilonia, cayó esa gran ciudad!
Se ha convertido en una casa para los demonios.
Es una guarida para todo espíritu inmundo,
un nido para todo buitre repugnante
y una cueva para todo animal sucio y espantoso.
3Pues todas las naciones han caído
debido al vino de su apasionada inmoralidad.
Los reyes del mundo
cometieron adulterio con ella.
Debido a su deseo por lujos excesivos,
los comerciantes del mundo se han enriquecido».
4Después oí otra voz que clamaba desde el cielo:
«Pueblo mío, salgan de ella.
No participen en sus pecados
o serán castigados junto con ella.
5Pues sus pecados se han amontonado hasta el cielo,
y Dios se acuerda de sus maldades.
6Háganle a ella lo que ella les ha hecho a otros.
Denle doble castigo por todas sus maldades.
Ella preparó una copa de terror para otros,
así que preparen el doble para ella.
7Ella se glorificó a sí misma y vivió rodeada de lujos,
ahora denle la misma proporción de tormento y tristeza.
Ella se jactó en su corazón, diciendo:
“Soy reina en mi trono.
No soy ninguna viuda indefensa
ni tengo motivos para lamentarme”.
8Por lo tanto, estas plagas le llegarán en un solo día:
la muerte, el lamento y el hambre.
Ella será totalmente consumida por el fuego,
porque el Señor Dios, quien la juzga, es poderoso».
9Y los reyes del mundo que cometieron adulterio con ella y disfrutaron de todos sus lujos, se lamentarán por ella cuando vean el humo que sube de sus restos carbonizados.10Aterrorizados por su gran tormento, los reyes del mundo se mantendrán a distancia y clamarán:
«¡Qué terrible, qué terrible para ti,
oh Babilonia, tú, gran ciudad!
En un solo instante
el juicio de Dios cayó sobre ti».
11Los comerciantes del mundo llorarán y se lamentarán por ella, porque ya no queda nadie que les compre sus mercaderías. 12Ella compró grandes cantidades de oro, plata, joyas y perlas; lino de la más alta calidad, púrpura, seda y tela de color escarlata; objetos hechos con la fragante madera de alerce, artículos de marfil y objetos hechos con madera costosa; y bronce, hierro y mármol.13También compró canela, especias, especias aromáticas, mirra, incienso, vino, aceite de oliva, harina refinada, trigo, ganado, ovejas, caballos, carruajes y cuerpos, es decir, esclavos humanos.
14«De las delicias que tanto amabas
ya no queda nada —claman los comerciantes—.
Todos tus lujos y el esplendor
se han ido para siempre
y ya nunca volverán a ser tuyos».
15Los comerciantes que se enriquecieron vendiéndole esas cosas, se mantendrán a distancia, aterrados por el gran tormento de ella. Llorarán y clamarán:
16«¡Qué terrible, qué terrible para esa gran ciudad!
¡Ella se vestía de púrpura de la más alta calidad y lino escarlata,
adornada con oro, piedras preciosas y perlas!
17¡En un solo instante,
toda la riqueza de la ciudad se esfumó!».
Y todos los capitanes de los barcos mercantes y los pasajeros, los marineros y las tripulaciones se mantendrán a distancia. 18Todos clamarán cuando vean subir el humo y dirán: «¿Dónde habrá una ciudad de tanta grandeza como esta?». 19Y llorarán y echarán tierra sobre su cabeza para mostrar su dolor y clamarán:
«¡Qué terrible, qué terrible para esa gran ciudad!
Los dueños de barcos se hicieron ricos
transportando por los mares la gran riqueza de ella.
En un solo instante, se esfumó todo».
20¡Oh cielo, alégrate del destino de ella,
y también ustedes pueblo de Dios, apóstoles y profetas!
Pues al fin Dios la ha juzgado
por amor a ustedes.
21Luego un ángel poderoso levantó una roca inmensa del tamaño de una gran piedra de molino, la lanzó al mar y gritó:
«Así es como la gran ciudad de Babilonia
será derribada con violencia
y nunca más se encontrará.
22Nunca más se oirá en ti el sonido de las
arpas, los cantantes, las flautas y las trompetas.
No se encontrarán en ti
ni artesanos ni comercio,
ni se volverá a oír
el sonido del molino.
23Nunca más brillará en ti
la luz de una lámpara
ni se oirán las felices voces
de los novios y las novias.
Pues tus comerciantes eran los grandes del mundo,
y tú engañaste a las naciones con tus hechicerías.
24La sangre de los profetas y del pueblo santo de Dios corrió en tus calles,
junto con la sangre de gente masacrada por todo el mundo».

 

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Salmo 146

1¡Alabado sea el Señor!
Que todo lo que soy alabe al Señor.
2Alabaré al Señor mientras viva;
cantaré alabanzas a mi Dios con el último aliento.
3No pongan su confianza en los poderosos;
no está allí la ayuda para ustedes.
4Ellos, al dar su último suspiro, vuelven al polvo,
y todos sus planes mueren con ellos.
5Pero felices son los que tienen como ayudador al Dios de Israel,
los que han puesto su esperanza en el Señor su Dios.
6Él hizo el cielo y la tierra,
el mar y todo lo que hay en ellos.
Él cumple todas sus promesas para siempre.
7Hace justicia al oprimido
y da alimento al que tiene hambre.
El Señor libera a los prisioneros.
8El Señor abre los ojos de los ciegos.
El Señor levanta a los agobiados.
El Señor ama a los justos.
9El Señor protege a los extranjeros que viven entre nosotros.
Cuida de los huérfanos y las viudas,
pero frustra los planes de los perversos.
10El Señor reinará por siempre.
Él será tu Dios, oh Jerusalén, por todas las generaciones.
¡Alabado sea el Señor!

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