21 de Diciembre
 

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Salmo 140

 

Zacarías 1

Un llamado a volver al Señor
1En noviembre del segundo año del reinado de Darío, el Señor le dio este mensaje al profeta Zacarías, hijo de Berequías, nieto de Iddo:
2«Yo, el Señor, estuve muy enojado con los antepasados de ustedes. 3Por lo tanto, dile al pueblo: “El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: ‘Regresen a mí y yo me volveré a ustedes, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales’. 4No sean como sus antepasados que no querían escuchar ni prestar atención cuando los antiguos profetas les dijeron: ‘El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: “Apártense de sus malos caminos y abandonen todas sus prácticas malvadas”’.
5»”¿Dónde están ahora sus antepasados? Ellos y los profetas murieron hace mucho tiempo. 6Pero todo lo que dije por medio de mis siervos, los profetas, les ocurrió a sus antepasados, tal como lo dije. En consecuencia, ellos se arrepintieron y dijeron: ‘Hemos recibido lo que merecíamos del Señor de los Ejércitos Celestiales. Él ha hecho lo que dijo que haría’”».
Un hombre entre los arrayanes
7Tres meses después, el 15 de febrero, el Señor envió otro mensaje al profeta Zacarías, hijo de Berequías, nieto de Iddo.
8En una visión durante la noche, vi a un hombre montado en un caballo rojo que estaba entre unos arrayanes en un pequeño valle. Detrás de él había jinetes en caballos rojos, marrones y blancos. 9Le pregunté al ángel que hablaba conmigo:
—Mi señor, ¿qué significan estos caballos?
—Te mostraré —me contestó el ángel.
10Entonces el jinete que estaba entre los arrayanes me explicó: «Son los que el Señor ha enviado a recorrer la tierra».
11Entonces los otros jinetes le informaron al ángel del Señor, que se encontraba entre los arrayanes: «Hemos estado recorriendo la tierra y el mundo entero está en paz».
12Al escucharlo, el ángel del Señor elevó la siguiente oración: «Oh Señor de los Ejércitos Celestiales, durante los últimos setenta años has estado enojado con Jerusalén y con las ciudades de Judá. ¿Cuánto tiempo más pasará para que vuelvas a mostrarles compasión?». 13Entonces el Señor le habló palabras buenas y consoladoras al ángel que conversaba conmigo.
14Luego el ángel me dijo: «Proclama este mensaje a gritos para que todos lo oigan: “El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: ‘Mi amor por Jerusalén y el monte Sión es intenso y ferviente. 15Sin embargo, estoy muy enojado con las otras naciones que ahora disfrutan de paz y seguridad. Solo me enojé un poco con mi pueblo, pero las naciones le causaron mucho más daño del que me proponía.
16»’Por lo tanto, esto es lo que dice el Señor: he vuelto a mostrar misericordia a Jerusalén. Mi templo será reedificado —dice el Señor de los Ejércitos Celestiales— y se tomarán las medidas para la reconstrucción de Jerusalén’”.
17»Proclama también: “El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: ‘Otra vez las ciudades de Israel rebosarán de prosperidad y otra vez el Señor consolará a Sión y elegirá a Jerusalén para sí mismo’”».
Los cuatro cuernos y los cuatro herreros
18Entonces levanté la mirada y vi cuatro cuernos.
19—¿Qué significan estos cuernos? —pregunté al ángel que hablaba conmigo.
Él me contestó:
—Estos cuernos representan a las naciones que dispersaron a Judá, a Israel y a Jerusalén.
20Entonces el Señor me mostró cuatro herreros.
21—Y estos hombres, ¿qué vienen a hacer? —pregunté.
El ángel me contestó:
—Estos cuatro cuernos, es decir, estas naciones, dispersaron y humillaron a Judá. Ahora estos herreros han venido para aterrorizar, derribar y destruir a esas naciones.

 

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Apocalipsis 12

La mujer y el dragón
1Entonces fui testigo de un suceso de gran importancia en el cielo. Vi a una mujer vestida del sol, con la luna debajo de los pies y una corona de doce estrellas sobre la cabeza.2Estaba embarazada y gritaba a causa de los dolores de parto y de la agonía de dar a luz.
3Luego fui testigo de otro suceso importante en el cielo. Vi a un gran dragón rojo con siete cabezas y diez cuernos, y una corona en cada cabeza. 4Con la cola arrastró la tercera parte de las estrellas en el cielo y las arrojó a la tierra. Cuando la mujer estaba a punto de dar a luz, el dragón se paró delante de ella, listo para devorar al bebé en cuanto naciera.
5Ella dio a luz a un hijo que gobernaría a todas las naciones con vara de hierro. Al dragón le arrebataron el hijo y lo llevaron hasta Dios y su trono. 6Y la mujer huyó al desierto, donde Dios había preparado un lugar para que la cuidaran durante 1260 días.
7Entonces hubo guerra en el cielo. Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón y sus ángeles. 8El dragón perdió la batalla y él y sus ángeles fueron expulsados del cielo.9Este gran dragón —la serpiente antigua llamada diablo o Satanás, el que engaña al mundo entero— fue lanzado a la tierra junto con todos sus ángeles.
10Luego oí una fuerte voz que resonaba por todo el cielo:
«Por fin han llegado
la salvación y el poder,
el reino de nuestro Dios,
y la autoridad de su Cristo.
Pues el acusador de nuestros hermanos
—el que los acusa delante de nuestro Dios día y noche—
ha sido lanzado a la tierra.
11Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero
y por el testimonio que dieron.
Y no amaron tanto la vida
como para tenerle miedo a la muerte.
12Por lo tanto, ¡alégrense, oh cielos!
¡Y alégrense, ustedes, los que viven en los cielos!
Pero el terror vendrá sobre la tierra y el mar,
pues el diablo ha descendido a ustedes con gran furia,
porque sabe que le queda poco tiempo».
13Cuando el dragón se dio cuenta de que había sido lanzado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón; 14pero a ella se le dieron dos alas como las de una gran águila para que pudiera volar al lugar que se había preparado para ella en el desierto. Allí sería cuidada y protegida lejos del dragón durante un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo.
15Luego el dragón trató de ahogar a la mujer con un torrente de agua que salía de su boca; 16pero entonces la tierra ayudó a la mujer y abrió la boca y tragó el río que brotaba de la boca del dragón. 17Así que el dragón se enfureció contra la mujer y le declaró la guerra al resto de sus hijos, a todos los que obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen firmes en su testimonio de Jesús.
18Entonces el dragón se plantó a la orilla junto al mar.

 

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Salmo 140

Para el director del coro: salmo de David.
1Oh Señor, rescátame de los malvados;
protégeme de los que son violentos,
2de quienes traman el mal en el corazón
y causan problemas todo el día.
3Su lengua pica como una serpiente;
veneno de víbora gotea de sus labios.
Interludio
4Oh Señor, líbrame de la mano de los perversos;
protégeme de los violentos
porque traman un complot en mi contra.
5Los orgullosos tendieron una trampa para atraparme;
extendieron una red;
colocaron trampas a lo largo del camino.
Interludio
6Le dije al Señor: «¡Tú eres mi Dios!».
¡Escucha, oh Señor, mis súplicas por misericordia!
7Oh Señor Soberano, tú eres el poderoso que me rescató.
Tú me protegiste en el día de la batalla.
8Señor, no permitas que los malvados se salgan con la suya;
no dejes que prosperen sus maquinaciones malignas
porque se volverán orgullosos.
Interludio
9Que mis enemigos sean destruidos
por el mismo mal que han planeado contra mí.
10Que les caigan carbones encendidos sobre la cabeza;
que sean arrojados al fuego
o a pozos llenos de agua donde no haya escapatoria.
11No dejes que los mentirosos prosperen en nuestra tierra;
haz que les caigan grandes calamidades a los violentos.
12Pero a los que ellos persiguen, yo sé que el Señor los ayudará
y hará justicia a los pobres.
13Sin duda, los rectos alaban tu nombre;
los justos vivirán en tu presencia.

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